domingo, 26 de abril de 2020

Mirarse de lejos

En el verano la lectura fue en el río. Se reunieron chorizos y ensaladas para unos ricos choripanes. Después llegó la lectura, la conversación sobre esas lecturas mientras la tarde se hacía noche y se encendían las linternas. Como siempre hubo entusiasmo, promesas. Todo hacía pensar en la inauguración de un nuevo rito biblioplacero, pensando siempre en el gran encuentro en una plaza que ya se imaginaba y que estaba apalabrada con gente de sus alrededores.
A fines de enero se sumó una casa con té de hibiscus, pajaritos y colores recién nacidos. Alcanzamos a encontrarnos un sólo viernes en esa casa vecina.
Un grupo de whatsapp: Lecturas previas, sostenía la comunicación para pensar el encuentro del mes de marzo.
A partir de ese 27 de marzo todos los viernes que le sucedieron a ese viernes, encuentra a cada persona alrededor de una consigna, leyendo, escribiendo, conversando y asombrándose cada noche. Lecturas para agradecer el día y saludar a la noche, lecturas en clave oracular*, cádaver exquisito, lecturas para las infancias, escrituras a partir de cartas astrológicas...
La escritura colectiva resultó en la edición de una lectura en voz alta, imágenes de distintos viernes y música de hang drum.

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