Quienes trabajamos en las escuelas, sabemos sobre la escasez o ausencia de la lectura de poesía en las aulas y en las bibliotecas. Sin embargo, cuando la poesía se vuelve una compañera en el diario trajinar de un lugar a otro, surge el impulso, por necesidad, de ser compartida. Es entonces cuando se inventan tiempos, espacios, objetos y tareas para sacarla de los estantes inalcanzables y olvidados. En esta introducción puede traducirse un tipo de soledad que al hermanarse con la pasión y la tenacidad, se abre paso y ofrece al mundo la maravilla: un grupo de personas descubriendo unos versos a tiempo.
Poesía en la escuela además de ser un festival, es una forma de alumbrar aquí y allá lo que con tanto esfuerzo y compromiso se desarrolla en distintas instituciones educativas de todo el país. La poesía en edades tempranas es tan necesaria como el agua que si no está hay sed y por eso es ahí donde más se cuida, se valora y se piensan formas de almacenarla para que nunca falte.
Esta propuesta, coordinada por las poetas, docentes y editoras, Marisa Negri y Alejandra Correa, realizó su edición número 15 del 4 al 15 de septiembre del 2023. Fue una convocatoria que reunió a personas de todas las edades y de distintas provincias alrededor de una "Poética del agua".
Cuando Nautilus se volvió poemario
te escribo cartas en la lluvia
mientras levanto la casa.
En el 2023 la editorial La Gran Nilson publica "Nautilus" escrito por Marisa Negri. Nautilus nos llega como libro de poesía que antes fue el peso de una sombra, sueños sobre y bajo el agua, temblor de ciervo, invierno en la isla, vida y muerte puestas a conversar en la niebla. ¿Cómo volver a mirar cualquier libro de poesía como solo un libro después de Nautilus?
En el mes de agosto del 2023, Marisa visitó el Puesto de Lecturas que hace dos años abrió la Minga Literaria Musical en la Feria de Productores de Plottier. En esa oportunidad se hizo la presentación de Nautilus al paso. Escuchamos su voz y la de su creadora.
Fue una excelente ocasión también para saber un poco más acerca del Festival Poesía en la escuela. Así fue como se selló el compromiso de celebrar a la poesía en una escuela secundaria y en el Puesto de Lecturas sumando así a Plottier en la 15° edición del reconocido festival. Los siguientes enlaces redireccionan hacia las crónicas que refieren a lo compartido desde las dos participaciones.
"Aquí no queda nada, dijo Vkekoslav, un bibliotecario.
Yo vi una columna de humo, y los papeles
volando por todas partes, y quería llorar, gritar,
pero me quedé arrodillado, con las manos en la cabeza.
Toda mi vida tendré esta carga de recordar
cómo quemaron la Biblioteca Nacional de Sarajevo."
En El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo, Irene Vallejo se adentra en la historia del libro, de la escritura, de las bibliotecas, de los oficios de escribas, copistas, traductores, bibliotecarias, bibliotecarios. En cada fin de capítulo acecha la destrucción y es que mucho se ha contado acerca de la forma en la que desapareció la Biblioteca de Alejandría pero la escritora, quizá más por lectora, no se conforma con lo que se dice y abre distintas líneas de investigación que atraviesan cientos de años. Hay una Historia universal de la destrucción de los libros. Así se titula el libro, por otra parte, del bibliotecólogo Fernando Báez que escribe y se dedica al estudio de la Biblioclastia. Podemos estudiar a través de estos textos cómo a lo largo del tiempo se organiza la aniquilación de espacios, objetos, organizaciones, programas en los que se representó y se representa a la cultura de los pueblos. Se trata de prácticas conscientes, planificadas y sistemáticas llevadas adelante por gobiernos, regímenes, imperios y dictaduras. Ninguna cultura está exenta del daño. Lo destruido era o es patrimonio de la humanidad.
Insurgencia Cultural
17 de agosto dicen
18
No tenía una cama en la celda
dicen
Solamente una mesa
dicen
y materiales para escribir
dicen
que fue entre dos pueblos
en un camino
dicen
que sus restos ay! sus restos
no los encuentran
dicen.
"Me envolveré sobre esta lona dura para no
sentir el frío de los musgos"
dijo.
Te envolveremos
decimos
Un día te envolveremos en un tejido suave
decimos
Nos prometemos
y no alcanzarán las flores, los pájaros
y los cantos cuando por fin
descanses poeta
le decimos.
Alejandra Cortez
(Poema escrito en el Día de la Insurgencia Cultural del 2022
a la vera de las vías del tren en Plottier)
En uno de los encuentros de poetas "La luna con gatillo" de Monte Hermoso, salió un manifiesto que propone el 18 de agosto como Día Internacional de la Insurgencia Cultural. Ese día, pero del año 1936,las autoridades franquistas fusilaron al poeta Federico García Lorca. Hasta hoy su cuerpo no aparece. Por todo esto, desde el 2019 nos encontramos en torno a la idea de insurgencia. Entonces lo leemos, lo imaginamos, lo soñamos, le damos lugar a distintas expresiones artísticas, formas del afecto que inquieten y a la vez desahoguen la rabia contenida.
El 2019 nos encontró seleccionando versos que impresos y arremolinados se amontonaron apretados en unas cajitas. Con esa forma, los Lorqueros fueron activados como oráculos ante preguntas que buscan respuesta en versos del poeta. Remolino de oro que trae su voz de algún lugar, siempre sonriendo, vivaz, chispeante, irrumpe en escuelas secundarias, en la calle, en las plazas, en ferias, ante ministerios y otras autoridades. Una de esas tardes noches frías, "La mano en la sed" abrió un micrófono sobre el bulevar de la Avenida Argentina en la ciudad de Neuquén y leímos haciendo correr la voz.
La Insurgencia Cultural del 2020 se desarrolló en medio del aislamiento por la pandemia de Covid. Vía WhatsApp se armaron dos ediciones con lecturas entre varias voces. Una del poema "La guitarra" de Federico García Lorca y otra de unas autobiografías de Rodolfo Walsh.
El mes de agosto del 2021 al aislamiento por COVID se sumó la sequía. La lluvia no llegaba y el río tenía una bajante histórica. A través de reuniones virtuales vía plataformas como Zoom o Google Meet, se fue dando forma a una edición en video que a varias voces ofrecía una lectura de "El silbo de la sequía" de Miguel Hernández.
A esta edición se sumó una ceremonia a orillas del Limay en la que se reunieron gestos, palabras, poemas, silencios, saberes ancestrales mapuche. El viento estuvo presente contando sus cosas. Al final, el fuego saludó a la tarde que trajo una lluvia cuando se hizo madrugada.
En el 2022 el Día de la Insurgencia Cultural se subió al Tren del Valle. Fue un encuentro entre poetas, lectoras, mujeres trabajadoras en los oficios de la palabra. Integrantes de la Colectiva de escritoras patagónicas viajaron en tren desde Neuquén a Plottier. En ese viaje ofrecieron lecturas de poemas en voz alta. Mientras, en Plottier, la Minga Literaria Musical convidaba medio pan y un libro. Cerca del mediodía y tal como se había acordado previamente, la Colectiva desciende del tren y es recibida por la Minga en la Estación. Hubo intercambio de regalos, desayuno-almuerzo, lecturas, canciones, pájaros, consigna de escritura. Una de las integrantes de la Minga Literaria Musical compuso una canción que fue interpretada y ofrecida ese día.
Haces bien en poner banderines de aviso fue la intervención más reciente. Se invitó a construir el propio Lorquero que es aquel dispositivo oracular primero con el que se inició este recorrido. Hubo que reunir varios elementos y buscar dos espacios para proponer un taller "typewriter-art".
Malapalabra Casa Librera fue el espacio en la ciudad de Neuquén y la Biblioteca Municipal 30 de octubre en Plottier. El 18 y el 25 de agosto respectivamente, en cada lugar, se leyeron y se seleccionaron versos del poeta Federico García Lorca que fueron tipeados en máquinas de escribir. Se contó con sellos de dibujos del poeta, con cajitas de cartón para armar y con muchas tijeras y banderines. Cada leyente creó su oráculo personal y se lo llevó activado, por supuesto.
Escribir en este espacio es, quizá, una forma más de ir a contramano de los modos de la escritura y de la lectura de este tiempo. El blog como herramienta es visto como algo más de lo que quedó en el pasado frente a las formas que proponen las redes sociales. El libro como tecnología primera nos puede contar una larga historia en la que son muchos y diversos los objetos y las prácticas que se arrumban por inútiles para un momento que siempre requiere algo otro. Todas las revoluciones requieren de sofisticaciones que, aunque distintas, se asemejan. Los cambios aceleran los procesos y parecen volverlos invisibles. Bien nos vendría una lupa, un catalejo o algún artilugio que focalice, amplifique y devuelva características de lo que lleva de un momento a otro momento, distinto del anterior.
Lamentablemente no contamos con tal objeto y lo único que persiste es la escritura, nuestra lengua, los textos y también el silencio. Sea lo que sea que esté haciendo, el silencio es como un arquitecto.
Este blog es una cosmonave anacrónica y es a bordo de ella que puedo escribir dejando registro de algunos procesos.
La pandemia ha transformado nuestra cotidianeidad escolar. La ausencia de los cuerpos, los gestos y el tiempo compartido en las aulas y en las instituciones nos ha obligado a repensar las prácticas mismas de enseñanza y de encuentro para el aprendizaje. Al inicio de este tiempo, circuló un artículo de una psicoanalista cuyo título sintetizaba las sensaciones que atravesamos en un principio: “El mundo se detuvo y nosotros quedamos pedaleando en el aire”, decía ella. Las palabras que predominaban eran incertidumbre, angustia, sinsentido, reclusión, fragilidad. Ante esta situación, fuimos interpeladas para pensar nuevas formas de sostener los espacios que creímos vitales.
La primera vez que me sumé a la Biblioplaza sin saberlo, lo hice a través de un grupo de WathsApp cuyo nombre era “Lecturas previas”, previas a qué me pregunté. Allí un grupo de mujeres, que después supe eran maestras, profesoras, bibliotecarias, mediadoras de lecturas, artistas plásticas, trabajadoras sociales, actrices, jubiladas, se reunían una vez a la semana para compartir lecturas con algún propósito previamente conversado. Entre las lecturas predominaban las literarias. Será por eso que decidí alojarme en ese espacio virtual, incierto, frágil y sin rostros.
Recuerdo que la primera consigna en la que participé consistía en elegir un texto para saludar al día (al sol) y otro de despedida (a la luna que llega o al sol que se va). Así en un tiempo pautado, de modo organizado fuimos leyéndonos, pasándonos autores y comentando los textos elegidos… se veían coincidencias incluso entre quienes no nos conocíamos. Empezó a aparecer la idea de la magia, de las conexiones del universo de la palabra, de los intereses. Lejos de una mirada ingenua o mítica del asunto, me refiero a que nuestros intereses de humanas reverberaban ahí y se revelaban de a poco… algo como el dicho “Dios las cría, el viento las amontona”.
Así cada viernes acordábamos alguna consigna de juego, muchas veces las inventábamos y proponíamos nosotras mismas. De las conversaciones y ocurrencias, las consignas tomaban formas novedosas e invitaban al juego. Empezó a constituirse como un espacio-tiempo sagrado, vital, de recuperación del encuentro de mis días rutinarios de encierro y cuidado. Empezó a ser el espacio para revisitar lecturas y para descubrir nuevas. Empezó a ser el caldero de la creatividad que estaba necesitando para repensar toda mi tarea cotidiana de enseñar en escuelas que no podíamos habitar. Empezó a ser un proyecto preocupado por cómo acercar literatura al espacio público. Del grupo de los viernes, después de los lunes y por ahora de los martes, renace la proyección de la Biblioplaza en Plottier.
Al iniciar el año, las proyecciones de la biblioplaza quedaron registradas en su blog, allí se narra unos de los primeros encuentros que anunciaban cierta ritualización del espacio de preparación, dice Alejandra Cortez (2020):
“En el verano la lectura fue en el río. Se reunieron chorizos y ensaladas para unos ricos choripanes. Después llegó la lectura, la conversación sobre esas lecturas mientras la tarde se hacía noche y se encendían las linternas. Como siempre hubo entusiasmo, promesas. Todo hacía pensar en la inauguración de un nuevo rito biblioplacero, pensando siempre en el gran encuentro en una plaza que ya se imaginaba y que estaba apalabrada con gente de sus alrededores.”
Para no perder el encuentro, se abre el grupo de WhattsApp. Las medidas de cuidado se extienden en el tiempo, empiezan a aparecer en las conversaciones virtuales las fotografías de las plazas -esas que encontrábamos en las caminatas necesarias-, plazas todas vacías, solitarias, grises de invierno y sin más ruido que el de los teros. Las plazas ya no eran espacios de infancias que ríen, de mates bajo el sol entre vecinas, de encuentros amorosos de adolescentes… eran ahora territorio de abandono, de clausura con cintas que prohibían los juegos. ¿Cómo llevamos la biblioteca a la plaza sin las bibliotecas, sin las plazas?
La unión de las voces diversas y los trayectos de cada una son una fuente para la creación colectiva. Frente al distanciamiento social hallamos nuevas posibilidades: altoparlantes que reciten poesías por los barrios, instalaciones de radios abiertas o poesía en altavoces en ferias al aire libre, difusión de ráfagas poéticas en radios del interior y del alto valle, difusión de propuestas en redes sociales, talleres virtuales de escritura creativa por WhattsApp, vivos de Instagram para conversar en torno a la lectura, a las palabras, al acceso a la cultura… en fin, las ideas se multiplicaron al calor de los encuentros vitales de cada semana. Es un espacio abierto a la creación entre nosotras, con otrxs y para otrxs…
Este año, tan particular, la biblioplaza se sostiene. Se acuerpa a través de las voces, de lo que leemos y se nos enraíza, a través de las posibilidades de las fotografías y los videos, de la posibilidad de dibujar nuestros propios mapas de lecturas para construir espacios para que otrxs recorran. Aprendemos juntas y en esas producciones de “lecturas previas” nos estamos armando, preparando, ideando y soñando para que la literatura sea el refugio de quien lo necesite, en el espacio de decisión, público y compartido, de todxs y de nadie, donde las cosas suceden y dejan huellas de mundos posibles: las plazas.
Mi participación es reciente, y coincidió con la pandemia. Pero la biblioplaza lleva ya varios años en pie, y los registros visuales y escritos de modo público muestran su existencia a partir del 2017. Para quienes habitamos en el pueblo, sabemos que ya en 2017 la biblioteca estaba en pie ocupando el parque España, en pleno centro de la ciudad… convocando a infancias, familias, maestras con sus grupos, adolescentes. No sólo ofrece libros para leer, sino propuestas lúdicas que median la lectura: susurradoras de poesía, cuentacuentos, lectura en voz alta, experiencias con música y percepciones. También ofrece espacios para jugar a escribir, para los presagios literarios, para encontrar tesoros en un lorquero… Las propuestas abundan y este año, se han multiplicado.
La coordinación es horizontal, es rizomática, cada una explora sus placeres literarios, se junta con otra, busca la forma, propone y avanza en el camino hacia la construcción del espacio. Todas aprendemos de la propuesta de la otra y gestionamos aquello que desconocemos entre todas. El mundo se detuvo pero nosotras seguimos pedaleando, podríamos afirmar. ¿Quién hubiera dicho que era posible en este contexto sostener un espacio de co-formación entre pares? ¿Una comunidad que lee y comenta, que escribe consignas y resuelve, que piensa propuestas colectivamente para llevar hasta la comunidad que habita? ¿Qué podría haber unido a diversas profesiones e instituciones tan intensamente sin compartir el espacio físico como lo hizo la biblioplaza? ¿Cómo hubiéramos podido trazar puentes entre Cipolletti, Neuquén y Plottier para poner en el centro de la plaza la lectura como práctica social?
La respuesta ya viene deslizándose desde líneas arriba hasta llegar, precisa, al último punto: la palabra poética lo hizo.
Bibliografía referida
·SUAREZ, Daniel (2016) “Escribir, leer y conversar entre docentes en torno de relatos de experiencias” en Revista Brasileira de Pesquisa (Auto) Biográfica, Salvador, v. 01, n. 03, p. 480 a 497, set/dez. Disponible en:https://revistas.uneb.br/index.php/rbp
El 2020, que encontró al grupo leyendo en la casa de una compañera que se integraba así al espacio de taller e indagación, lo desencontró por una pandemia mundial de un virus desconocido que obligó a cerrar fronteras y a cuidados especiales, entre ellos el de quedarse en casa. Para coordinar aquel primer encuentro en febrero se había creado un grupo de whatsapp. "Lecturas previas" tuvo al principio la simple función de comunicar día, lugar y horario de encuentros. En el mes de marzo el ejecutivo decreta el aislamiento sanitario de la población en Argentina como política de salud pública para combatir el coronavirus. El viernes 27 de marzo nos encontramos sincrónicamente a través del grupo de whatsapp.
Una compañera, que también se integró este año, escribió desde su labor docente un texto que describe esta coyuntura, da detalles en torno a los encuentros que pasaron a ser semanales y marca el recorrido hacia una Biblioplaza y Minga Literaria que se pensó, se organizó y se ofreció a través de las radios y las redes sociales. Compartimos este valioso texto en una próxima entrada.
En el verano la lectura fue en el río. Se reunieron chorizos y ensaladas para unos ricos choripanes. Después llegó la lectura, la conversación sobre esas lecturas mientras la tarde se hacía noche y se encendían las linternas. Como siempre hubo entusiasmo, promesas. Todo hacía pensar en la inauguración de un nuevo rito biblioplacero, pensando siempre en el gran encuentro en una plaza que ya se imaginaba y que estaba apalabrada con gente de sus alrededores.
A fines de enero se sumó una casa con té de hibiscus, pajaritos y colores recién nacidos. Alcanzamos a encontrarnos un sólo viernes en esa casa vecina.
Un grupo de whatsapp: Lecturas previas, sostenía la comunicación para pensar el encuentro del mes de marzo.
A partir de ese 27 de marzo todos los viernes que le sucedieron a ese viernes, encuentra a cada persona alrededor de una consigna, leyendo, escribiendo, conversando y asombrándose cada noche. Lecturas para agradecer el día y saludar a la noche, lecturas en clave oracular*, cádaver exquisito, lecturas para las infancias, escrituras a partir de cartas astrológicas...
La escritura colectiva resultó en la edición de una lectura en voz alta, imágenes de distintos viernes y música de hang drum.
El 17 de marzo celebramos los cien años del nacimiento de Olga Orozco vía online porque fué el segundo día de aislamiento por orden del Poder Ejecutivo. Un virus desencadenó una pandemia y quedarse en la casa es uno de los mayores gestos de amor y de cuidado que se puede manifestar por estos días.
Hay extrañeza. Las plazas de todo el país están vacías. Imposible escaparle a la nostalgia. Los recuerdos de lo vivido adquieren otro valor y entonces seguimos proyectando, pensando, compartiendo lecturas, llenando de poesía cada rincón del planeta.
La evaluación de lo vivido en la última Biblioplaza fue muy especial. Tuvo un caos necesario que pasó del desencuentro a choripaneadas y lecturas iluminadas por linternas en la costa del río. El caos temporal y espacial cuenta también de un relevamiento evaluativo en talleres que fueron girando por las escuelas participantes.
“Me gustaron los susurradores porque pude susurrarle a la Seño Luciana y también me gustó todo”, escribió un niño de 2do grado de una de las escuelas participantes.
Otro niño, de 3er grado, opinó acerca de lo que más le había gustado “los cuentos en la Carpa y las cuentacuentos”. “Me gustaría que el año que viene haya muchos cuentos clásicos y se puedan actuar (imitar) eso me gustaría encontrar” , propuso para próximas Biblioplazas una niña de 5to grado.
También hubo muchos dibujos de cómo podríamos distribuir los libros entre hamacas y toboganes, qué juegos de imaginario en torno a los cuentos sería lindo pensar. Las docentes también aportaron nuevas ideas con entusiasmo.
Algunas imágenes de esas letras hermosas.
En "Mutaciones de la realidad" Olga Orozco escribió en el año 1979:
"Pero es sólo un deseo sedentario, como fijar la luna en cada puerta;
nada más que un intento de hacer retroceder esas vagas fronteras que cambian de lugar
-¿hacia dónde? ¿hacia cuándo?-
o emigran para siempre aspiradas de pronto por la fuga de la revelación impenetrable.
Sé que de todos modos la realidad es errante,
tan sospechosa y tan ambigua como mi propia anatomía."
De ese fragmento se construyó el título de esta entrada, colocando los signos de pregunta porque Olga, como dice Romilda Oliveira, "encierra todo aquello inexplicable"